El estilo y el ornamento como lenguaje visual en la arquitectura.

El estilo y el ornamento no son herramientas decorativas simples, son lenguajes visuales que dan testimonio de la identidad cultural, simbólica y estructural de una obra, como Semper, Loos, Gaudí y Barthes en sus respectivas aproximaciones al arte y al diseño. A lo largo del tiempo, uno de los temas que han definido la arquitectura y su relación con la expresión artística ha sido el debate en torno al estilo y al ornamento. Semper propuso que la arquitectura en sí misma puede reducirse al acto de vestir, tratando la decoración como algo intrínseco a la construcción. Adolf Loos, por el contrario, cuestionó la inutilidad del ornamento, pero tácitamente concedió su poder significativo. Estos pensamientos, así como las reflexiones de Gaudí y Barthes, muestran cómo el estilo y el ornamento no solo decoran, sino que también comunican ideas, emociones y memorias sociales.

Semper y Loos representan dos posiciones opuestas respecto al ornamento, las cuales pueden rastrearse hasta la cuestión del significado inherente al espacio arquitectónico. Semper ve el ornamento como la piel del edificio, un envoltorio que nos revela la naturaleza de lo que hay dentro. En su concepto del "Principio de la Vestidura", postula que las paredes crecen a partir del arte textil y que la decoración es un puente simbólico hacia el tejido. Loos, en contraste, defiende la pureza de la forma y la veracidad del material, y rechaza el ornamento como una superfluidad. Pero su crítica reconoce que el ornamento es un lenguaje visible que traiciona la intención de su creador.

Gaudí reinterpreta la decoración en un sentido poético y emocional para que la arquitectura no solo exista, sino que también viva el arte. Escribe en sus notas que las ideas deben estimular los motivos; cada lienzo musical requiere un rasgo ornamental. Lo que hace revela cómo la decoración puede producir memoria, puede despertar la imaginación del espectador. En edificios como la Casa Batlló o la Sagrada Familia, el color, la forma y la textura se transforman en emblemas espirituales. El ornamento aquí ya no es superficial, sino el alma de la obra.

En su elaboración de esta discusión, Roland Barthes lleva el argumento a los dominios del diseño y la moda para ilustrar que vestir comunica tanto como construir. En "El sistema de la moda", escribe que cada objeto visual tiene una estructura de signos que refleja identidad, funcionalidad y cultura. Tanto la vestimenta como el edificio pueden interpretarse como textos visuales con códigos y significados específicos. El estilo y el ornamento, por lo tanto, son más o menos lenguas que repiten el pasado y nos transmiten un relato de su historia, una confesión de sus pensamientos y sentimientos. Apreciarlos no se trata solo de la estética, sino también de comprender cómo el arte y la arquitectura comunican en forma.